Como dos niños pequeños que se divierten soñando, jugando. Sin dolor.
Sin miedo. Sin preocupaciones. Sin problemas. Imaginación y diversión
como lema. Y así, sin mayor reparo, se persiguen, arriesgan sin ver
riesgos. Bendita ignorancia. Son felices. Él le toma la mano y ella se
abandona, sin reprimiendas. Se deja llevar. Disfruta. Vive.
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